Juegan blancas y no ganan
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El enfrentamiento se produjo el pasado jueves, en el CosmoCaixa de Barcelona, dentro de las jornadas Espíritu contra Materia, organizadas por la Obra Social la Caixa. Illescas se trajo consigo a un aliado, una versión anterior del programa que le ayudaba en el terreno de la máquina, el cálculo intensivo. Pero este aliado, matiza Illescas, tenía sus limitaciones: “Si dejaba jugar a mi máquina, estaba condenado a la derrota porque mi adversario era superior en el cálculo”. El ajedrecista contradijo a su consejero y, gracias a ello, forzó tablas en las dos partidas. Todo un éxito, ya que la modalidad partidas rápidas de 20 minutos da clara ventaja al ordenador frente al hombre.
Illescas consiguió llevar las partidas a su terreno, buscando el juego posicional, donde la capacidad de cálculo superior de Deep Junior no le diera tanta ventaja. “Él me proponía y yo tenía que decidir. Formábamos un híbrido hombre-máquina”, ironiza Illescas. “Tenemos que acostumbrarnos a interactuar con ellas porque ahí está el futuro de la ciencia”, explica el ex campeón.
Aun así, tal como comentaron los programadores de Deep Junior, puede que el ser humano se haya rendido demasiado pronto. Según Illescas, en partidas largas, de seis o siete horas, y con algunos meses de preparación, un gran maestro aún podría luchar la partida: “En esas condiciones, lo que cuenta es la estrategia y ahí todavía somos superiores, pero estamos en el límite”.
Hace un par de años, Kramnik, otro campeón mundial, lo intentó contra Deep Fritz, pero sucumbió por 2-4. El actual campeón, el maestro indio Viswanathan Anand, podría ser el siguiente ajedrecista en probar suerte contra Deep Junior.
Este software, creado por dos programadores israelíes, ha desarrollado un juego más sólido, que asume menos riesgos. “Juega de un modo más humano”, resume Illescas, “parecido al de los grandes maestros”. Es capaz de calcular tres millones de jugadas por segundo reduciéndolo todo a 0 y 1. “Pero una cosa es calcular jugadas y otra traducir el pensamiento estratégico a largo plazo al lenguaje binario. Aunque el ordenador sea tan potente que a veces calcule la jugada perfecta, aún está muy lejos de la brillantez del cerebro humano, capaz de hacer cosas maravillosas”, relata el jugador español.